No reprimir nuestros deseos
Autora: Lourdes Hernández
Los deseos son las motivaciones que nos hacen trabajar. Son cosas que quisiéramos pero que por nuestras limitaciones económicas no las logramos.
A veces matamos esos deseos pues decimos: no, es solo un sueño; o, es demasiado para mí, eso no puedo tener.
Le ponemos freno a nuestra mente, a la de nuestros hijos, de nuestra pareja.
En realidad, el deseo es lo más importante para nuestras finanzas.
Así como el ser humano tiene una parte física a la que hay que alimentar con buena comida, descanso, ejercicio; así el lado espiritual necesita nutrirse.
Aprovechando nuestra parte espiritual, podemos encaminar y cumplir nuestros deseos, así:
1. Somos insaciables porque esa es nuestra naturaleza: tenemos un carro y ya queremos el otro. Logramos una meta y queremos cumplir otra. Gracias a la parte espiritual nos damos cuenta de que lo material nunca nos va a acabar de satisfacer. Ni una infinitud de cosas finitas puede llenar un ser que está abierto al infinito.
2. También gracias a nuestra parte espiritual las metas se van convirtiendo en una motivación para avanzar, para ser mejores. Vamos satisfaciendo nuestra sed de aprender, de tener afecto, de trascender, de vivir experiencias. Y no nos dejamos atrapar por el marketing que nos vende cosas no materiales para conquistarnos. Nos dicen: esta camioneta te va a dar estatus. Esta camioneta te va a dar pertenencia. Te va a ser lucir más fuerte. Sabemos que eso es imposible, que nos durará un tiempo “el estatus” pero que al rato estaremos buscando una nueva camioneta.
3. Conforme somos mejores, tenemos más voluntad, buenas relaciones, momentos de reflexión, de crecimiento, dejamos de sufrir si no pudimos ir al concierto o si no nos compramos el vestido. Nuestro consumo se vuelve mucho más consciente.
4. Si queremos dar un esfuerzo extra en el trabajo o en las finanzas, nos ponemos metas. Liquidar las deudas, por ejemplo. Si es muy grande la meta, no nos motiva, y en lugar de pagarlas nos metemos en más deudas. No me esfuerzo porque nunca lo voy a alcanzar, decimos. Es el momento de dividir esa gran meta en metas medianas y pequeñas que sí podemos cumplir.
Hay que alimentar el deseo. Desear nos motiva, la motivación nos mueve y al movernos nos superamos.
1. Desear es el primer paso.
2. Si no podemos, hay que planear cómo y cuándo podríamos conseguirlo. No reprimir el deseo.
3. En el camino nutrir nuestro espíritu a sabiendas de que no se llenará con miles de cosas materiales.
Compras compulsivas, descuidos, son una señal de que falta el otro lado, el espiritual. Nuestro interior nos está pidiendo comida de verdad, porque esa sí nos lo merecemos.